Desde tiempos inmemoriales, cuando vagaba casi desnudo por el mundo y cazaba animales salvajes para comerlos y sobrevivir, el hombre ha buscado estar en armonía con la naturaleza. Sin embargo, la tecnología y los avances que partieron para él con el descubrimiento del fuego, nunca se detuvieron y actualmente, somos testigos de cómo esta amigable convivencia se deteriora cada vez más.
El calentamiento global de la tierra producto del cambio climático y la crisis generalizada del medio ambiente por la contaminación del agua y del aire, junto con la deforestación de los bosques son responsabilidades exclusivas del hombre y de la vida moderna, la cual, como ya anunciaba la pequeña argentina, Mafalda, hace 20 años tiene “más de moderna que de vida”.
La tecnología ayuda, pero no sirve para el medio ambiente
Quizás pensando en eso mismo, los representantes gubernamentales presentes en la Conferencia de las Naciones Unidas por el Desarrollo Sostenible suscribieron un compromiso que consideró 17 objetivos (Objetivos de Desarrollo Sostenible) para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar la paz y prosperidad de todas las personas.
Uno de esos acuerdos mundiales fue adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. En este ámbito se inscriben todas las iniciativas en pro del medio ambiente y especialmente el reciclaje, pues según estudios de la fundación Greenpeace, actualmente existen en el mundo más de 8,3 mil millones de toneladas de plástico, e incluso se calcula que los océanos reciben 200 kilos de plástico por segundo.
Alertados por esta debacle ambiental a la que nos acercamos inexorablemente si no actuamos a tiempo, expertos de todas las áreas del conocimiento se han comprometido con el cambio de pensamiento y con acciones concretas, como única forma de preservar el planeta para las nuevas generaciones.
En este sentido, tanto en Chile como en el extranjero son cada vez más los arquitectos con compromiso social que han comenzado a incorporar en sus obras y proyectos distintos materiales, productos de desechos domiciliarios e industriales.
LADRILLOS Y NEUMÁTICOS
Quizás no sea de conocimiento general, pero en Youtube pueden encontrar vídeos tutoriales sobre cómo construir sus propios ladrillos derritiendo las botellas plásticas que tenga en su casa. Así, al mismo tiempo que encuentran entretención, colaboran con el medio ambiente reutilizando desechos y ahorra el dinero que antes hubiesen tenido que invertir en comprar los ladrillos para cualquier proyecto que desearan realizar.
Además, hace rato que los neumáticos en desuso dejaron de servir sólo para colgarlos de una cuerda y hacer un columpio para los niños. En efecto, en la famosa aplicación de celular Pinterest pueden encontrar increíbles fotografías y aprender a construir, desde mesas de centro con neumáticos, hasta pisos para sentarse, pasando por maceteros, rejas y hasta juegos infantiles. De hecho, a nivel industrial también existe en Chile una empresa que los funde y transforma en capas o pisos especiales que aíslan y absorben el ruido y el impacto.
Asimismo, con el poliuretano de tablas de surf desechadas, más el existente en una gran gama de electrodomésticos de línea blanca y de la industria automovilística, algunas empresas nacionales están creando revestimientos decorativos, espumas aislantes y ladrillos, mientras que otras, como la empresa Hunter Douglas con distintas sedes en Chile, Colombia y otros países de Sudamérica, han incorporado en su modelo de cortinas Sea-Tex, un 50 % de hilo plástico creado a partir de los desechos extraídos del mar.
Todos estos nuevos materiales de construcción y acabados arquitectónicos son un claro ejemplo de que el cuidado del medio ambiente y el respeto por la naturaleza están provocando un cambio masivo en los hábitos de consumo de la población y planteando nuevos desafíos a las empresas constructoras y a los profesionales ligados al diseño y construcción de viviendas y edificios públicos y privados.
Hoy a nadie le basta con que su casa sea una estructura amplia, bella y cómoda. También desean y exigen que su construcción sea amigable con el medio ambiente. Es decir que genere el menor impacto posible en el espacio circundante. La mayor parte de la población mundial tiene claro que no existe un planeta de repuesto al que emigrar si acabamos con la tierra y cada día se suman más gente de todas las edades a la campaña por preservarla y defenderla de la ambición e inconsciencia humana.
